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revista urbana y cultural de tepic

viernes, marzo 06, 2009

Rodando en chilangolandia

Nini en el DF


Pues despues de perseguir a una señora por toda la catedral metropolitana para que nos enseñara sus campanotas (y en el transcurso ser confundidos con estranjeros morenazos del mal por entrar con gorra a la iglesia) proseguimos a seguir nuestra ruta turística por la hermosa chilangolandia, un día despues del concierto de Beirut.

Y fue justo ahí, al lado de la catedral, que divisamos divinamente un puestito de bicicletas que llamaban a rentar una gratis. Recordamos los anuncios vistos en Guadalajara que invitaban a ir al DF a andar en bicicleta, y decidimos tomar una.

Obtenerlas no fue facil: tuvimos que dejar dos credenciales, firmar papeles, poner números, responder cuestionamientos de porqué nuestra IFE era de Guadalajara y nuestra credencial de conducir de Tepic, recibir autorizaciones y fotografías al más puro estilo carcel, no sin unas cuantas "recomendaciones" sobre que hacer en caso de robo. Las obtuvimos, bicicletitas desinfladas y con unas cadenas nada fáciles de manejar, pero despues de todo las obtuvimos.

Lo primero que hicimos fue ir a tan solo unas cuadras, al colegio de San Ildefonso. Nuestra primera mala experiencia fue ver la cara de la señora de la entrada al ver que llegabamos en bicicletas, y al son de "pues se donde se rentan pero no donde pueden dejarlas", (ya que no había lugar ni siquiera improvisado para amarrarlas), nos conducieron a una pequeña sala donde las dejamos con un poco de miedo.

Al salir de las exposiciones (El tibet y Lachapelle) nos juimos a ver un mural de Diego Rivera cerca de la Alameda. ¡Peligrosisimo es andar en bicicleta por el centro del DF! Y lo más peligroso no son los carros, no señor, ni los ladrones, no señor, son los peatones.

Por alguna extraña razón (y una no tan extraña, la sobrepoblación) las personas en el centro andan en las orillas de la calle, abajito de la banqueta, o caminan en medio, se cruzan cuando el semáforo esta en verde, corren cada 5 segundos y luego frenan, les vale madre quien tenga preferencia y hacen caso omiso de los pobres tránsitos que mueven sus manos como mimos en celo. Dar vuelta en una esquina, equivale a tener miedo a que pobre señora vas a arrollar con tu vehículo no motorizado de dos ruedas. ¡Significa esquivar personas y olvidarte de los carros!

Y es que Guadalajara, para andar en bicicleta es un paraíso comparado con aquella muchedumbre desorganizada. Aquí, te das el lujo de meterte en contra, andar sin manos, saludar al vecino, cambiarle de canción al ipod, hablar por celular y hasta pasarte semáforos en rojo. Allá, por dios, ojalá alguien hiciera caso a esa señal de mono rojo tan complicada que indica: 'No te cruces', o ya de plano que anduvieran por la banqueta. ¿Es mucho pedir?

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