Senor, deja que diga la gloria de tu raza, la gloria de los hombres de bronce cuya maza...

He estado demasiado ocupado estos días con el proyecto EpsilonD: Delfin & Primate, que aunque a diario me prometo escribir algo y las ideas fluyen vertiginosamente, así también huyen a los espacios recónditos del olvido.

Así que hoy escribiré apresurado para no olvidar a este blog desgastado.

Hoy me encontré en el MSN Messenger a una vieja amiga (o conocida) de infancia. Al principio no recordé quien era, pero al ver su numero de teléfono en su nick, la lada (que es la de Guadalajara, México) me recordó quien era. El encuentro fue rápido, y ella tuvo que retirarse sin alegar ningún pretexto a su favor, a lo mejor ya me puso en no admitir. De cualquier forma no puedo dudar que la nostalgia (y un par de sentimientos mas) me acompañaron por un instante. En realidad no recuerdo ninguna anécdota al lado de ella ni nada valioso que contarse, pero cuando desempolvo mis viejas fotos de tercer año de primaria, la veo a ella sentada con unas medias blancas, ojos almendrados, blanca como ruso blanco, y con un pelo laaacio, laaacio. Creo que fue el estereotipo de mujer que me gusto en mi preadolecencia, y tal vez por eso hasta recuerdo su apellido: Bejar.

Ahora es todo lo contrario, me encanta la piel cobriza, los ojos negros y el pelo chino. Raza de bronce, puej'