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revista urbana y cultural de tepic

lunes, febrero 08, 2010

101 de las 8am

Había olvidado lo divertido que es ir en transporte público antes de las ocho de la mañana. Es darse un baño de pueblo, dicen por ahí, un bañó que yo me di durante quince años y que en cinco simplementé lo arrinconé a un lugar de la memoría que uno siempre cree recordar.

Hoy tuve que hacerlo por ciertos azares del destino: parece que vivo en otra casa, junta con una persona de iControl y bicicleta en mi tercera casa (sin aire, hasta lo que supe a las doce aeme del sábado). Sin mucho frio trepé de inmediato en el autobús.

Lo primero que recordé fue el olor y la prisa con la que parece ir todo mundo antes de las ocho. He tomado regularmente el autobús pasadas las ocho treinta y aunque con prisa y arrebatos parece que las personas de antes de las ocho quisieran ser más atrabancadas. Viajé volando, sin saber de donde agarrarme, pero eso no lo había olvidado.

Ese olor a mezcla de perfumes económicos, colonias de marca de diseñador, tamales oaxaqueños y tortas de cebolla pasada. Esos aromas que se arrincona entre cada esquina, y que cambia de poco a poco en cuanto más estrujado se ponga el asunto.

Lo segundo que noté, fue esas señoras mañaneras. Las señoras mañaneras siempre se van sonriendo, a veces con una sonrisa lánguida pero al fin y al cabo sonrisas. Ellas son las ideaticas, las que tienen que acercarse a la puerta 5 cuadras antes y no quieren que nadie esté frente a ellas. Como uno de esos señores platicadores, como el que se subió hoy, presumiendo de su conocimiento de la ciudad, al saber donde bajarse para "cortar tres cuadras".

Esta señora le pidió que se pasara para atrás que se acomodara y el contestó que si, pero que en esa esquina no se pararía el camión, que "las mujeres transito son bravas", que no se que ocho cuentos. Todo mundo los escuchaba, aún más cuando el señor empezó a evangelizar con física. Si, física, y empezó a explicar como al dar vuelta el camión había dos fuerzas, centrífuga y de gravedad, que actuarían sobre nuestros cuerpos para dar dos maromas y salir disparados del camión. Luego las explicó con claridad, y buscó saber quien si y quien no sabía sobre estas fuerzas, como mero requisito para continuar su monólogo.

Estaba en eso el señor con su evangelización científica cuando noté que delante de mi una mujercita -probablemente de prepa- no aguantaba su risa, volteó hacía mi y me sonrió en tono de complicidad, luego al saberse no la única no pudo más y soltó una carcajada que hizo estruendo en el autobus ciento uno de pasaditas las ocho de la mañana.

3 comentarios:

Habacuc dijo...

Tssss ligando menores de edad en el camion...

CGASCON dijo...

Jajajaja, pero si esas chavitas estan re-locas. Y si, ya me tocó de un personaje que se jactaba de saber un chingo de historia general y política de México, pero en mi caso iba ilustrando al chofer, y yo que estaba hast atrás (Del camión), lo escuchaba perfectamente, todo sucedió en la ruta 358... En el que me dí mi primer perdidota en Guanatos :(

Hallya Zwe dijo...

jajajaja