Ensayo sobre la ceguera
Este fin de semana estuvo tranquilo. Muuuuy tranquilo, y en la tranquilidad se cuecen las habas del ocio.
Mi ocio es poco pero gratificante. Regularmente viene en pedazos grandotes los fines de semana, y un par de horas cada día después del trabajo. Este ocio es ocio para gastarse, es decir, para no hacer nada provechoso con el ocio. Sin embargo, hay ocio en pequeñas porciones que caen como chocolatitos amargos cada hora.
Estos chocolatitos generalmente ocurren en la calle, caminando, y generalmente me los como cantando (canto del pito por si les interesa saber), declamando, haciendo oratoria o inventando alguna conversación insana conmigo mismo (habrá una centena de personas en las calles que ahora mismo me creen loco), reestructurando algunos algoritmos de codificación de la chamba (cuando las circunstancias se dan), pero sobre todo leyendo.
Y es que así yo leo, en pedazos. Es rara la vez que me he sentado con la disposición completa de leer, y por eso no es extraño que a donde quiera que vaya traiga conmigo un libro.
Bueno, pues este fin mi libro fue de tan escatológico hermoso. Un hermoso caca, encarnado en la pluma de un viejo llamado Saramago, un viejo que además escribe como viejo.
Ensayo a la ceguera es sin lugar a dudas una historia vertiginosa de la que estaría interesado en ver una adaptación para el séptimo arte. Muy entretenida, por demás recomentable pero que no me pareció del todo amena -en mi juicio personal la comparo con novelas de Benedetti- al momento de leerla. Espero tener una segunda opinión despues de releer al celebre ganador del premio Nobel, y ya les contaré.
Y así se fue la vida de un fin de semana...
¡ah! y ¡viva México hijos de la chingada!
3 comentarios:
Recuerdos
a huevo, viva mexico !
emm creo que por aqui en tepic hay 2 o 3 (o 30) gentes que piensa que por ahi te hace falta algo de cordura.
por cierto, a la mera hay reunion del mal proximamente, te aviso con tiempo.
Haba: jojojojo, yo concuerdo.
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