Crónica de una caida anunciada

Día normal, 3 de Mayo del 2006, cielo contaminado y millones de personas en una ciudad multifacética.

3:05 de la tarde, mi día laboral (que para ser sinceros nunca empezó) había acabado. Mi amiga Jalia se encontraba a tan solo un metro, leyendo una revista de videojuegos. Y he aquí que hace la invitación fatídica: Vamos a patinar sobre hielo.

Larga espera entre las calles y las colonias de un Zapopan pintorezco.

5:30 compra de calcetines, desición en las venas.

Espera y mas espera, mientras los ojos examinaban minuciosamente el arte de patinar sobre agua congelada.

6:00 la espera llegó a su fin. Practicar y mas practicar, que difícil juntar dos pasos, desconcentrarse, volar sobre la tierra y controlar los instintos.

Raziel, intenta correr, caminar, tropezar. Primera caída como preludio a las que vendrían.

Mis piernas toman confianza a la vez que las de mis compañeros. Velocidad y entereza, fuerza y agilidad. El trayecto se torna interesante, una, dos vueltas. Competencias veloces, peligrosas. Roberto esta apenas a unos metros pero no lo veo. Volteo la mirada, es ya demasiado tarde para rectificar el rumbo. Intento frenar aferrandome de él mismo, pero no puedo, es demasiado, pasos torpes, movimientos desesperados, caida estrepitosa. El cuerpo se siente helado mientras estoy tendido en el hielo, a tan solo unos pasos de mi compañero, a la vez que una morenita dice: Te exprimo.

Y luego, solo luego, a punto de acabar un último hielito. Quedan solo 4 años para prepararnos, Vancouver nos espera.

Ayer me divertí
;)